Las manos quebrándose tras un sueño
que se fue con la insondable noche,
fuego detrás de los llameantes ojos
que buscan la agonizante ilusión.
Silencio dentro de mi corazón
que conmueve hasta al mismo Dios.
Así la soledad se apoderó de mí
y el fracaso de ser alguien, muere
tras la cornisa de esa borrachera.
Así mi vida expira. Y, aunque llore,
el sueño se ha perdido para siempre
y sin piedad, el frío acarrea mi alma.
Patricio Fierro.
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