Te atreves.
¿A qué no te atreves?
Me espantas a un paso de darte la espalda,
brutal te agigantas.
Espectro perverso, me arrancas la dicha posible.
Me estacas.
Asomas hasta en estos versos.
Asesino, enemigo; maldigo el fluir constante.
Y el fosco sendero hasta el me arrastras.
Me he vuelto mendiga en mi propio cielo.
¿Que más puedo darte?
Si tienes mi sangre en tus venas,
¡si me has hecho trizas el alma!
Despiadada sombra, te ruego;
¡Déjame en paz!
Ansío el sabor de la calma.
Valeria Porta.
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