Gotera

“Exceso de trabajo”, según el Dr. Esteban. “Exceso de comida”, según mi mujer. “Falta dinero en la cuenta”, según mi gerente. “Tenes que pagar el I.V.A.”, me dijo Miguel. “No podemos arreglar el seguro, hiciste mal la exposición en la policía”, según Carlitos. Lorazepan de 2 miligramos…. Pero igual no podía dormir.

Recordaba la canción de Serrat “no hago otra cosas que pensar en ti”. Yo sostengo que cuando ceno con vino blanco me desvelo, pero a lo mejor es el café.

Los pensamientos se trasladaron al sistema auditivo, podía oír el silencio, cada tanto lejos por la ruta 51. No solo escucha el silencio, también lo sentía. Y luego otro pensamiento, era uno tras otro, eran diapositivas de lo que había hecho en el día fusionado con lo que tenía que hacer al otro día. Luego se vino a mi mente lo presente. Ni el pasado, ni el futuro. Una gotera, mejor dicho una canilla que pierde, el segundero del reloj y nada más. ¿Será eso responsable de mi desvelo?. Pero creo que hay algo raro en mi desvelo, algo que tiene que ver con los tiempos y los silencios.

“El Silencio de los Inocentes”, “Los Gritos del Silencio”. ¡Qué Películas!. Cuando el camboyano se hace pasar por analfabeto, ¡que tensión!.Y cuando Aníbal Lector le come la lengua al policía, Elvira no miraba, ni miraba cuando le hicieron la autopsia a la chica despellejada. Es un escena dramática e inolvidable. La gota es del deposito del inodoro, hace rato que tendría que haberla arreglado pero no hay tiempo. Por momentos la gota me parece un acorde, dos gotas acompasadas. No, una gota y el segundero.

Pero no van juntos los separa una pequeña fracción de tiempo. Digamos, 59 gotas en 60 segundos. Claro ahí esta la calve de lo que me ha desvelado tanto tiempo, no el exceso de trabajo, ni de comida, ni la cuenta del banco, ni los impuestos, ni el seguro….¡ni nada!

Mi mal es la gota maldita, la maldita gota a destiempo, o a tiempos desencontrados. A las 7 de la mañana estaba en la casa de Pancho, mi plomero, y le explique el problema. Yo quiero que caigan 60 gotas en 60 segundos. Primero me miró con lastima, y luego me dijo: “no puedo hacerlo y no sé para que hacerlo, es mas fácil arreglar el reloj, hacerlo andar mas lentamente”.

De ahí me fui a lo del “Mono”, mi relojero, y de nuevo a explicar mi “gran” problema. Primero me miró con lastima, luego me dijo: “es fácil, si sacás la tapa de atrás del despertador, vas a ver una pequeña manija con un cuadrante a 30 grados, hacia arriba la hora pasa mas rápido, hacia abajo por consiguiente más lento, anda corrigiéndolo lentamente”. Me llevó 10 horas hacerlos concordar, 58 gotas con 58 segundos.

Ahora es más complicado porque cada cuatro días tengo que adelantar el reloj cuatro minutos. Pero que bien duermo, de un tirón siete horas.

Cuando me encontré con Luís le conté entusiasmado a mi problema. Me resulta difícil explicar la cara que puso, además me dijo: “que sentido tiene, hubiera sido más fácil cambiar el cuerito y se terminaba el problema”.

Por unos segundos el misterio, la duda y el silencio invadió mi cuerpo. Y luego le respondí como si fuera un teólogo: “Negar a Dios es fácil, es la más cómoda, pero si yo cambiaba el cuerito, ¿Qué gracia hubiera tenido?, esa es la fácil.



Eduardo Romero.

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