el potrero mayor en medio de Las Flores
y una pasada obligatoria por Gutiérrez
o ¿quizás?, un café en el Plaza.
En aquel lugar del interior
donde hay una plaza principal
nacieron mis utópicos sueños
y se acunó mi efusivo aliento.
Muchas veces pensé que el mundo
terminaba y empezaba ahí.
Y muchas veces caminé por las veredas,
donde idealizaba y pensaba sobre mí.
La histórica Iglesia, la capilla de Luján
y ese famoso baile del Crisol.
Todos los talleres de autos
y ese gran loco del aire.
Existió la robusta felicidad,
viví el intrínseco amor,
compartí la orgullosa amistad,
y soporté el ofuscado dolor.
Remembranza de lugares y sitios
donde mi espíritu coexiste,
memoria de mi perenne linaje
que creó mi intrigado ser.
Cada vez que me asomo a mi añorado pueblo,
cada vez que esa misma calle se esparce en mis ojos,
cada vez que el ocaso trae los palpitantes recuerdos,
cada vez que mis amores me buscan en algún sueño
Y cada vez al verme,
dejo de ser aquel niño,
para parecerme, tal vez,
a lo que hoy Soy
Patricio Fierro.
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